Déjame entrar, romanticismo juvenil con una chica vampiro
En 2008 apareció, como de la nada, esta joya del cine sueco, que ha tenido una adaptación posterior. Fue alabada por crítica y público, seguramente por el tratamiento de la parte fantástica. Eli es una vampira, pero se presenta como un ser humano normal y corriente. No vive en un castillo ni lleva ropas antiguas.
En efecto, en Déjame entrar nos encontramos con un
tratamiento del vampirismo que no tiene nada que ver con otras películas de
terror. Estamos ante un terror romántico, en el que lo importante no son las
escenas de miedo precisamente (que las hay), sino la relación de amistad
cotidiana entre dos chicos de 12 años. Se trata de un primer amor, de un
descubrimiento de otra forma de vida, que es más acorde con los anhelos del
joven Óscar, que, de hecho, colecciona recortes de periódicos sobre crímenes
famosos.
Vampirismo tratado con delicadeza y sensibilidad
La película sueca de Tomás Alfredson cuenta la historia de
amor de dos jóvenes a principios de los años 80, con la particularidad de que
la chica es un vampiro. Pero el vampirismo aquí es tratado con sensibilidad
y delicadeza creando un ambiente poético en fusión con la nieve fría de Estocolmo.
Oskar y Eli son dos niños que están solos, casi aislados,
por diferentes circunstancias. Oscar sufre acoso escolar y no es capaz de
devolver los golpes a sus compañeros, no es capaz de defenderse. Conoce a Eli,
una nueva vecina que ha llegado a su bloque de edificios y se ha instalado
pared con pared. Es una chica extraña que vive con un señor mayor, baja a la
calle por la noche en manga corta pese a la nieve caída y dice tener doce años
desde hace mucho tiempo.
Con la llegada de la nueva vecina empiezan a producirse una serie de asesinatos en la ciudad.
La relación entre Oscar y Eli se va haciendo cada vez más
estrecha. Al principio ninguno de los dos parece querer conocerse (eso dicen
ambos). Pero cada tarde bajan juntos al patio nevado y comparten cosas. Oscar
le deja su cubo de Rubik y su nueva amiga se esfuerza por oler mejor. En la
jornada siguiente Eli ha completado todas las caras del cubo.
Pero hay algo que Oscar no sabe y que descubrirá más tarde,
cuando para sellar la amistad con su nueva amiga se hiere en la palma de la
mano, a lo que Eli responde chupando la sangre de su amigo derramada en el
suelo.
A la vez, se están produciendo hechos misteriosos,
asesinatos en los que no hay un motivo; y un vecino parece haber visto a una
chica joven colgada del cuello de la última víctima.
El hombre mayor que vive con Eli es el que le proporciona la
sangre, porque ella necesita la sangre para vivir, es su alimento.
Si te golpean, golpéales tú más fuerte
Todos estos hechos, sin embargo, son tratados en la historia
de un modo casi accesorio. Lo importante es la relación de amistad-amor entre
los dos jóvenes. Ella le deja entrar en su mundo, le cuenta cosas que a otro le
parecerían increíbles y que le harían tener miedo y abandonar. Pero el amor de
Óscar es más grande que su miedo.
Eli le hará comprender que tiene que defenderse de los otros
chicos de la escuela que le agreden, tiene que golpearles más fuerte. Y lo
hará, cogiendo, justamente, la barra que ha servido para uno de los asesinatos,
abandonada entre la nieve de un charco helado.
Los acontecimientos se van desencadenando deprisa. Ante la
pérdida del compañero de Eli, ésta tiene que afianzar su relación con Óscar. Los
dos se ayudan mutuamente, aunque la proporcionalidad no es algo inherente a un
vampiro. Si alguien se pasa con su amigo Oscar, Eli acudirá a ajustar
cuentas.
Está claro que los dos se necesitan y huyen juntos en el
tren, para culminar su relación de amor, comunicándose con el lenguaje de
golpecitos cortos y largos que habían practicado en la pared de sus respectivos
apartamentos.
El amor a veces es algo oscuro
Cuando nos adentramos en un amor a veces pensamos en lo que
dejamos atrás y nos da miedo. Ese miedo es mayor en el caso de Oscar, él
sabe que está entrando en un mundo oscuro, en algo tenebroso, pero no le
importa, si todo esto viene de Eli.
“Déjame entrar” combina bien el romanticismo con las dosis
de violencia o terror, porque se centra sobre todo en la relación entre los
chicos y no en los hechos que se derivan de las actuaciones de Eli.
Además, ésta es tratada, más como una enferma que necesita la sangre, que
como un ser perverso y cruel.
En definitiva, una película fantástica y sorprendente que ya
ha pasado a la historia del cine mundial.
Entre los premios que consiguió, el de mejor película
fantástica europea de 2008
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